PUBLICADO EN COMUNIDAD TDAH
SEGÚN EL CATEDRÁTICO DE PSIQUIATRÍA RUSSELL BARKLEY
La sintomatología que los niños observan en un niño con
Déficit de Atención difiere considerablemente en función de si este déficit se
acompaña o no de hiperactividad. El cliché más habitual lleva a muchas personas
a asociar el diagnóstico de TDA o TDAH con personas conflictivas o
necesariamente problemáticas. No es así, y no deben nunca confundirse las
dificultades en el control de impulsos más típicas del TDAH con la maldad o la
intencionalidad.
Por otro lado, si bien es cierto que la hiperactividad es
uno de los síntomas más visibles del TDAH, ésta no se da siempre y, ademas,
incluso en los casos en los que se diagnostica, lo cierto es que tiende a
apaciguarse o desaparecer con la edad.
Veamos cuales son las características más descriptivas de
uno y otro caso.
El Déficit de Atención sin Hiperactividad – ¿Cómo es el niño
con TDA?
Las personas con TDA y rasgos inatentos predominantes son
personas que parecen más distraídas, que pueden llegar a parecer temerosas,
retraídas o preocupadas. El niño con TDA a menudo ha oído frases como “parece
que estás en las nubes” o “cualquier diría que estás ensancho en las
musarañas”. Tienden a ensimismares más que otros niños y resultan algo más
lentos en la ejecución de tareas.
Debido a una dificultad para la atención sostenida y para el
filtrado de información (es decirse, quedarse con la relevante y filtrar la que
no lo es) no es que no quieran atender pero efectivamente les cuesta más y
suelen necesitar más tiempo que otro niño para asimilar el mismo número de
estímulos o un mismo aprendizaje.
No son niños que molesten a los demás o que les interrumpan
en su trabajo. Suelen tener facilidad, incluso demasiada, para trabajar en
silencio. Tienen más facilidad que los niño con Hiperactividad para la
relaciones sociales, pues son también menos inquietos y disruptivos.
No obstante, presentan más problemas que los niños con
hiperactividad en áreas como la memoria o la coordinación motora por lo que su
rendimiento académico es generalmente bajo. Aunque no llamen la atención ni
demanden ayuda, es necesario estar a su lado para reconducir su atención así como
estructurar adecuadamente sus tareas ara que sean más productivos.
l TDAH no es un problema de conocimiento sino de incapacidad
para manejar las emociones
Afirma que también es un trastorno de déficit de motivación,
un aspecto sobre el que es necesario trabajar
Redacción. Madrid
Trabajar el control emocional es el mejor tratamiento para
el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), “ya que no se
trata de un problema de conocimiento sino de incapacidad para manejar las
emociones”, según ha asegurado Russell Barkley, catedrático de Psiquiatría
Clínica de la Universidad de Medicina de Carolina del Sur, quien ha subrayado
que el TDAH “no es un mito”, dado que existen más de 15.000 estudios que
demuestran su existencia. En una conferencia impartida durante la 11ª Jornada
sobre TDAH de la Fundación Educación Activa, celebrada recientemente en el
Hospital Clínico San Carlos de Madrid, ha insistido en que poner las emociones
en el centro del TDAH ha ayudado “muchísimo” al conocimiento de esta patología.
El TDAH no es un problema de conocimiento sino de
incapacidad para manejar las emociones
Barkley ha señalado que las personas que padecen este
trastorno son muy emocionales y no saben gestionar sus emociones. Por ello, no
se trata de un déficit de conocimiento sino de una incapacidad de rendimiento
al no saber aplicar el conocimiento que se posee en el momento idóneo. El
especialista ha insistido en que “el conocimiento está ahí, pero estas personas
no pueden desplegarlo en la vida diaria”. “Comprender esto es tremendamente
importante porque altera el panorama del tratamiento”, ha asegurado.
Aunque en casi todas las especies las emociones son la
primera forma de comunicación, en los humanos existe lo que se denomina el
autocontrol emocional, un rasgo que los pacientes con TDAH no tienen ya que son
muy impulsivos desde el punto de vista emocional. “Sus emociones se ven en la
piel y si se tienen tres años no pasa nada, pero si se tienen treinta es
devastador, ya que se puede llegar a perder el trabajo, las amistades o acabar
con el matrimonio”. En su exposición, Barkley ha señalado que estas personas
“no pueden contar hasta diez” y ha insistido en la importancia de controlar las
emociones. De lo contrario, pueden acabar padeciendo “trastornos negativistas
desafiantes”, que provocan conflictos en la interacción con los demás y estados
de ánimo como frustración o agresividad.
Otra de las ventajas de controlar las emociones es la
automotivación, que permite que podamos lograr nuestros objetivos. El TDAH “es
un trastorno de déficit de motivación”, un aspecto sobre el que hay que
trabajar, ha asegurado. “El déficit de atención no es estupidez ni es falta
conocimiento, es un trastorno del rendimiento”, ha señalado Barkley. Las
personas con TDAH presentan incapacidad de prepararse para el futuro. “Tienen
problemas con el futuro, de organizarse en el tiempo”. Así, una vez que se han
distraído, tienen dificultades para comprometerse con las tareas que han dejado
incompletas. Saltan de una tarea incompleta a otra, lo que se traduce en
hiperactividad.
Las personas con este trastorno son “desinhibidos en todos los
campos” y eso les lleva a tomar decisiones “demasiado rápido”. Optan por lo
inmediato, sin sopesar las repercusiones, y no valoran las acciones a largo
plazo. Según Barkley, el papel de la educación (padres y maestros) en este
trastorno es muy importante.
Según el especialista, en el tratamiento del TDAH la
medicación no es suficiente; son necesarias intervenciones sociales. Cuando se
les explica a los padres que el TDAH “es la diabetes de la Psiquiatría”,
empiezan a entender este trastorno, ya que, aunque no se cura, se puede tratar
para reducir el daño secundario que se produciría en caso de no actuar. “Es un
tratamiento día a día, que durará siempre que el riesgo siga existiendo”, ha
advertido.
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