Articulo publicado en la Vanguardia
El cerebro de las personas con trastorno por déficit de
atención e hiperactividad (TDAH) es diferente al del resto de la población,
según concluye el estudio más amplio que se ha realizado sobre la cuestión.
En esta investigación, en la que han colaborado médicos y
neurocientíficos de once países, se han analizado con resonancia magnética los
cerebros de 1.713 personas diagnosticadas de TDAH y se han comparado con los de
otras 1.529 personas sin el trastorno.
Según los resultados presentados ayer on line en la revista
The Lancet Psychiatry, se han detectado diferencias significativas en cinco
estructuras distintas del cerebro. Asimismo, se ha observado que el tamaño del
cerebro es menor en las personas con TDAH que en la media de la población. Los
autores del trabajo proponen, a partir de estas observaciones, que el TDAH está
relacionado con una maduración tardía del cerebro.
Mensaje a los padres
El trastorno no es una etiqueta para niños difíciles y no se
debe a una mala educación
“El TDAH es un trastorno del cerebro”, escriben los
investigadores. “Transmitir este mensaje a los padres y a los pacientes puede
ayudar a reducir el estigma del TDAH y a mejorar la comprensión del trastorno”.
Los nuevos resultados, recalcan, demuestran que el TDAH “no es sólo una
etiqueta para niños difíciles y que no está causado por una mala educación de
los hijos”.
Se estima que el TDAH afecta a un 5,3% de niños y
adolescentes –aproximadamente uno de cada veinte–, lo que lo convierte en uno
de los trastornos neuropsiquiátricos más comunes. Aunque el problema suele
remitir con el crecimiento a medida que el cerebro madura, dos tercios de las
personas diagnosticadas de TDAH siguen presentando síntomas de adultos.
Las cinco áreas del cerebro en las que se han detectado
alteraciones en las personas con TDAH son estructuras neurológicas profundas
que tienen múltiples funciones. Esto explica que el TDAH sea “un trastorno tan
complejo que afecta a distintos aspectos del comportamiento”, declara Òscar
Vilarroya, investigador de la Fundació IMIM y de la Universitat Autònoma y
coautor del trabajo.
Estudios anteriores basados en muestras más pequeñas de
pacientes ya habían detectado diferencias anatómicas en tres estructuras
cerebrales de personas con TDAH: el núcleo accumbens, el núcleo caudado y el
putamen.
Dado que el núcleo accumbens tiene un papel central en el
procesamiento de la sensación de recompensa, el hecho de que esté alterado se
ha relacionado con los problemas de falta de motivación que afectan a menores
con TDAH.
El nuevo estudio confirma estas observaciones y las amplía a
otras dos estructuras que hasta ahora no se habían relacionado con el
trastorno: la amígdala y el hipocampo. Las alteraciones registradas en la
amígdala “son importantes porque esta región vincula el TDAH con problemas de
regulación emocional”, destacan los investigadores en The Lancet Psychiatry
Situada aproximadamente en el centro del cerebro, la
amígdala es una estructura primitiva, que compartimos con aves y reptiles y que
tiene un papel esencial en las emociones y sus consecuencias en la conducta
–entre ellas, la agresividad y la impulsividad–.
Técnica de imagen
Los investigadores han analizado el cerebro de 3.242
personas con resonancia magnética
Los problemas de regulación emocional “están presentes con
frecuencia en pacientes con TDAH, pero todavía no se han incluido en los
criterios oficiales” de diagnóstico del trastorno, apuntan los investigadores.
“Nuestro trabajo aporta apoyo neurobiológico (…) para reconocer la importancia
de los problemas de regulación emocional en pacientes con TDAH”.
La magnitud de las alteraciones registradas en el cerebro de
pacientes con TDAH “es comparable a la que se ha registrado en otros estudios
en enfermedades psiquiátricas como la depresión, la esquizofrenia o el
trastorno bipolar”, observa Òscar Vilarroya. “Queda demostrado de manera
definitiva que el cerebro de las personas con TDAH no es igual” que el de
personas sin el trastorno.
El motivo por el cual se producen las alteraciones
neurológicas del TDAH, sin embargo, se desconoce. Los autores de la
investigación las atribuyen a un retraso en la maduración del cerebro, pero por
ahora no saben por qué se produce este retraso.
Aunque las alteraciones detectadas con resonancia magnética
son significativas, por ahora aún no es posible diagnosticar el TDAH con esta
técnica de imagen. “A partir de estos resultados, tal vez se pueda desarrollar
en el futuro una técnica de diagnóstico”, señala Vilarroya. Pero las
diferencias entre los cerebros con y sin TDAH se han detectado en el marco de
un proyecto de investigación que no tenía por objetivo diagnosticar el
trastorno.
El artículo publicado ahora representa los primeros
resultados del Grupo de Trabajo Enigma TDAH, un consorcio internacional fundado
en el 2013 para compartir datos de pacientes y comprender mejor el trastorno.
La investigación ha sido coordinada desde la Universidad Radboud de Nimega
(Holanda). Por parte española han participado 198 voluntarios –aproximadamente
la mitad pacientes y la otra mitad controles–, y equipos científicos de la
Fundación IMIM del hospital del Mar, del hospital Vall d’Hebron y de la UAB.
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