domingo, 29 de marzo de 2015

Consejo de Europa, a favor del tratamiento integral de los niños con TDAH (comunidad tdah)

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El Consejo de Europa, a favor del tratamiento integral de los niños con TDAH
Solicita criterios más rigurosos de clasificación de este trastorno y mayor formación de los profesionales
Redacción. Madrid
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha aprobado una resolución que solicita a sus Estados miembros que garanticen el tratamiento integral de los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Este documento, en cuya elaboración ha participado el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) del Instituto de Salud Carlos III, pide criterios más rigurosos de clasificación de este trastorno para evitar el sobrediagnóstico, así como una mejor formación de los profesionales para acabar con el infradiagnóstico. Se propone también que el tratamiento farmacológico sea el último recurso, siempre en combinación con otras actuaciones psicoeducativas y de mejora del comportamiento.


La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.
El Cibersam se ha posicionado institucionalmente en defensa de las conclusiones de esta resolución, que reclama que se forme a los profesionales sanitarios para garantizar el diagnóstico precoz y el tratamiento integral de los afectados por TDAH, uno de los desórdenes más comúnmente diagnosticados en la infancia en todo el mundo, y que afecta a 3,3 millones de niños y adolescentes solo en la Unión Europea.

“Se debe potenciar también la educación de los padres y los profesores sobre el diagnóstico y el tratamiento del TDAH, y ofrecerles técnicas para mejorar el comportamiento de los niños”, señala Celso Arango, director científico del Cibersam, quien también resalta que esta resolución “reclama que se investigue sobre los posibles efectos adversos de los medicamentos a largo plazo”.

Según esta resolución, aprobada por el Comité Permanente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa por unanimidad el pasado 6 de marzo, “la investigación en el tratamiento del TDAH se ha focalizado fundamentalmente en las intervenciones farmacológicas sin la suficiente consideración por otras opciones terapéuticas como las intervenciones psicosociales destinadas a enseñar a los niños con este trastorno habilidades que les permitan mejorar su comportamiento”. Esta resolución también solicita a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que establezca criterios más estrictos para el diagnóstico del TDAH.

Madrid, 17 de Abril 2015: ‘Preguntas y respuestas sobre TDAH’ por Fundación Educación Activa

Preguntas respuestas TDAH

«Hay que intentar que suban la escalera hacia la excelencia personal»

Es la cabeza de un equipo que nació en 2009 tras un curso sobre el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad organizado por el CFIE, tras el que varias maestras y madres de afectados decidieron fundar la Asociación. Hoy en día hay 180 familias asociadas.

¿Qué es el TDAH y cuáles son sus características?
Jose Antonio Hollos
Hay una definición que es la de la ciencia. Para la medicina actual, el TDH es una disfunción neurobiológica, un trastorno del neurodesarrollo que afecta a las funciones ejecutivas del cerebro y que se supone que está producido por una baja concentración de dopamina y noradrenalina, dos neurotransmisores que están en nuestro cerebro y ayudan a que fluya la información de los circuitos cerebrales.
Afecta sobre todo a la parte del cortex frontal del cerebro, que es la más evolucionada y que solo tenemos desarrollada los humanos; es el cerebro de las funciones ejecutivas.
La hiperactividad, la impulsividad y el déficit de atención no son más que síntomas, pero realmente es una disfunción de las ejecutivas del cerebro.
Como padre diría que el TDAH es una dificultad. Las personas no somos perfectas y tenemos partes de nuestro cuerpo que no funcionan correctamente. Es una disfunción, no una enfermedad, y como no se cura tenemos que aprender a convivir con ello y a buscar estrategias para que nos impacte lo menos posible.

¿Cuándo se detecta que alguien padece este déficit de atención?
Es inevitable que los padres comparemos a nuestros hijos con  otros de su edad. Te vas dando cuenta de que tu hijo tiene alguna dificultad como el hecho de que no te mire fijamente, que no atienda, que sea incapaz de hacer frente a órdenes que le das... Observas que hay determinados comportamientos y conductas que no son como el universo de los niños de su edad.
En la etapa de Infantil son conductas, por eso es más difícil el diagnóstico; cuando comienza la etapa de Educación Primaria se empiezan a ver cuestiones como el hecho de que el niño no puede estar quieto en el pupitre o atender al profesor y que además no puede controlar esas conductas e impulsos.
Aquí surge la alarma y al proceso de detección sigue el diagnóstico y después el tratamiento.

Una vez diagnosticado, ¿en qué consiste la intervención con los pacientes?
Hay un protocolo pactado en Castilla y León de detección y diagnóstico. Como este tema precisa un abordaje multidisciplinar hay que hacer unas pruebas en el colegio, después pasar a los servicios de Pediatría y, si se considera, a Salud Mental Infanto-Juvenil.
Para nosotros, el diagnóstico debe partir de un buen estudio psicopedagógico porque te da muchas pistas para que el profesional médico pueda tener una base.

Parece que la mayoría de los que padecen TDAH son menores, pero también hay adultos
Siempre digo que si esa dificultad no genera problemas no es un trastorno, sino una condición.  Si estoy en un ambiente en el que tengo que estar ocho horas sentado o concentrarme en un trabajo intelectual seguramente tenga problemas y por eso hablamos de trastorno, pero si estoy en el campo cuidando animales y no me causa mayores cuestiones se trata de una condición.
Al ser una cuestión que no tiene curación pervive en la edad adulta, pero en muchos casos desaparece porque va ligado a la maduración del cerebro. Está demostrado científicamente que los niños con TDAH tienen un cerebro más inmaduro que los de su edad promedio. No hablo de condición intelectual.
Un niño de doce años con TDAH tiene un cerebro de nueve años en cuanto a grado de madurez. Pero llega una edad en la que el cerebro ha madurado y la persona ha ido adoptando determinadas estrategias en su vida cotidiana que le ayudan a minimizar los impulsos o evitar la falta de concentración. Por ello, hay un porcentaje de personas que parece que se cura, pero en torno a un 60% continúa con TDAHen la etapa adulta.

No todos los que padecen este trastorno llegan a las consultas y, al mismo tiempo, hay un hiperdiagnóstico en niños y adolescentes con problemas de aprendizaje y conducta. ¿Hay mucho diagnóstico erróneo?
Nosotros hablamos de buenos y malos diagnósticos. En Medicina, como en otras ciencias, a veces los profesionales se confunden.
Si el profesional que hace el diagnóstico se apoya en un buen estudio psicológico y pedagógico, en encuestas a la familias, preguntando a otras personas del entorno y se descarta otro tipo de problemas orgánicos, es más fácil llegar a un diagnóstico diferencial.

En cuanto al uso de la medicina con estas personas hay también posiciones encontradas. ¿Cuándo se debe medicar?
En las asociaciones abogamos por un tratamiento multimodal. Yo lo veo como una mesa de cuatro patas: una es el correcto abordaje en el ámbito familiar, otra es el correcto abordaje en el colegio, la tercera la farmacología y la última la psicológica, la de emplear un tratamiento cognitivo-conductual. Cuando una de esas patas falla la mesa es más inestable.
Un tratamiento farmacológico ayuda mucho. Es como la gran pata que colocas en el centro de una mesa y se mantiene, pero es inestable. Para mí es más importante el abordaje en casa y en el colegio que el tratamiento farmacológico.
A veces hay familias que le dan al niño la pastilla y piensan que está todo hecho porque le viene bien, pero se requiere también un plan individual de intervención en el ámbito educativo y en la familia.

¿Cómo se acepta en los colegios esta condición?
Los buenos maestros siempre dicen que los niños sin dificultades aprenden solos; lo profesional es conseguir que los niños con problemas también aprendan. Los maestros saben lo importante que es atender correctamente a los niños con dificultades y, como todo, depende de la sensibilidad de cada profesor. Hay determinados centros que, por sus características,  son globalmente más sensibles a la atención a la diversidad.
Información no puede haber más. Yo creo que los profesores se están formando y cada vez conocen más el trastorno. En Primaria es más fácil que en Secundaria, que es una etapa complicada para los niños, los profesores y los padres.

¿Se echan de menos protocolos claros que conecten a los familiares con el sistema de salud y el sistema educativo?
Sobre el papel está todo, pero se necesita la voluntad. Ahora mismo la Lomce ya incluye el TDAH como uno de los aspectos a tener en cuenta en la atención a la diversidad. Los profesionales que deben conocer la ley tienen que saber que está claramente definido el trastorno como uno de los aspectos a tratar en el colegio.
Las pautas son claras, hay muchas publicaciones donde vienen y cualquier profesional puede informarse. Me consta que hay centros que ya están haciendo planes propios para la atención a la diversidad, a los alumnos con dificultades.
El profesional tiene que acostumbrarse a ayudar a cualquier niño que tenga dificultades, sea TDH, dislexia, discalculia, problemas de lectoescritura o cualquier otra.
En España hay una ley nacional de Educación, pero su aplicación se hace de 17 maneras diferentes. Hay Comunidades Autónomas donde son más sensibles a la atención a la diversidad y otras que lo son menos.
Los recortes y la falta de personal no ayudan nada. Se necesitan profesores y especialistas, aunque en muchos casos con la ayuda del profesor es suficiente, porque las pautas son muy fáciles para los niños que solo tienen TDAH: darles más tiempo en los exámenes, adaptárselos en cuanto a la forma de hacerlos, intentar que estén en un lugar donde no se distraigan, acortarles el número de preguntas a responder, etc.

Cada vez se recurre más a terapias nutricionales y pedagógicas para ayudar a estas personas. ¿Surten efecto?
Las Asociaciones nos basamos en la evidencia científica; en estudios que demuestran que una cosa es o no positiva.
Hoy en día, hay muchos tratamientos que no pueden aportar evidencias científicas. Hay personas que aseguran que les va muy bien la equinoterapia, pero no tiene evidencia científica de que sea beneficioso para quienes tienen TDAH.
Si te ofrecen una alternativa y puedes hacerla pues se puede probar. Ahora en la Asociación estamos ofreciendo unos cursos de mindfulness o atención plena. Son técnicas de meditación muy sencillas y adaptadas a todos, por lo que no hay problema alguno en practicarlas. Pero insisto en que apoyamos los tratamientos con evidencia científica.

¿Qué papel juega el deporte en estas personas?
Es fundamental porque libera toxinas, genera endorfinas y con  su práctica te relajas de los problemas cotidianos.
No debería existir ni un solo niño, en general, que no hiciera deporte, y con TDAH ninguno.

El ajedrez, una disciplina que requiere concentración, los puzzles, las sopas de letras o los juegos de construcción contribuyen a la mejora de las dificultades de estos niños
Hay un estudio elaborado por un psiquiatra de Madrid sobre los beneficios del ajedrez en estas personas, pero no es lo suficientemente importante para que pueda generar evidencia científica. Pero lo que sí es evidente es que el ajedrez ayuda a concentrarse, a establecer estrategias de concentración -algo que falla mucho en los niños con TDH- y a tomar decisiones después de planificar varios movimientos. Son funciones ejecutivas que son las que están afectadas en estas personas.

Los padres y familiares necesitarán en ocasiones apoyo y orientación para saber responder y manejar las situaciones que este trastorno provoque en el entorno familiar
El niño en toda su etapa educativa puede tener medio centenar de profesores -más o menos sensibles, implicados o no-,  pero solo va a tener unos padres. Que sepan qué le pasa a su hijo, cómo pueden ayudarle y cómo deben actuar es fundamental. Es la garantía del éxito.
En muchos casos los padres, sin darnos cuenta, lo que hacemos es perjudicar a nuestros hijos. Hasta que tienen nueve o diez años es esencial trabajar con ellos, es lo que se llama la psicoeducación familiar: informar a los padres de lo que les pasa a sus hijos y dar pautas para educarles de diferente manera.

¿Un niño con déficit de atención puede alcanzar todo lo que se proponga?
Nuestra intención es que los niños puedan conseguir el máximo éxito personal. En las Escuelas de Familia siempre ponemos como ejemplo una escalera en la que el niño está en la mitad y de los padres y profesores depende que coja la parte ascendente hacia su éxito personal -el que a cada uno le corresponda- o hacia el precipicio.
En la Asociación TDA-H de Palencia intentamos que todos cojan la escalera hacia la excelencia personal.

Una vez superada la etapa escolar, ¿cómo se enfrentan estas personas al mundo universitario y después al laboral?
Las dificultades del TDAH están en las funciones ejecutivas y las necesitamos para el desarrollo habitual de nuestra vida cotidiana, por lo que siempre es difícil, pero adoptando pautas, estrategias y maneras de actuar se va minimizando.
Un niño, con un tratamiento adecuado, tiene todas las expectativas de conseguir su éxito personal. Tenemos muchos socios que están estudiando carreras universitarias porque ha habido muchos padres -y sobre todo madres- que les han ayudado y guiado durante toda su etapa educativa.

Para algunos ámbitos del psicoanálisis, este trastorno es una etiqueta diagnóstica sin evidencias neurobiológicas ni genéticas
Siempre intentamos distinguir entre la evidencia científica y la opinión, aunque sea de un profesional.
No voy a decir nada en contra del psicoanálisis, una técnica que lleva muchos años y seguro que es muy útil para muchos problemas, pero no es la mejor opción para el TDAH.

¿Cómo son las relaciones con las distintas Instituciones?
El lema de nuestras actividades es Caminemos juntos y por ello siempre hemos querido tener una buena relación con las distintas Administraciones.
El Ayuntamiento de Palencia nos apoya desde siempre, al igual que Diputación, entidades con las que tenemos acuerdos de colaboración. Con la Junta hay buena relación, pero creo que se podría avanzar más si hubiera una colaboración más intensa. La Asociación ha presentado un proyecto para hacer psicoeducación familiar de forma coordinada entre Salud Mental y las familias, para tener los conocimientos mínimos de qué es el TDAH. Creo que podría ser una experiencia piloto novedosa y muy interesante.

jueves, 26 de marzo de 2015

Emilio calatatud y tdah


“Gracias a que soy juez de Menores he aprendido qué es el Trastorno por Déficit de Atención o el síndrome de Asperger”


Carlos Morán –¿Llegan muchos casos a los juzgados de Menores que tienen su origen en problemas de salud mental?
Emilio Calatayud–Es algo que va a más, pero lo primero que hay que tener en cuenta es que la justicia en general está cada vez más necesitada del apoyo de expertos en salud mental, de psiquiatras y psicólogos. Y luego debemos diferenciar entre la justicia de menores y la de adultos. En Menores, afortunadamente, tenemos el asesoramiento de los equipos técnicos de apoyo, que están integrados por trabajadores sociales, educadores, psicólogos, etc. Gracias a ellos podemos conocer las circunstancias personales, sociales, familiares, etc de los chavales que vamos a juzgar. En consecuencia, sabremos si tienen problemas con las drogas o si sufren desórdenes mentales. Es una gran ventaja a la hora de tomar decisiones. En cambio, en la justicia de adultos, habitualmente son los propios detenidos quienes deben demostrar su condición de enfermos. Los exámenes se hacen a instancias de parte: es decir, que los proponen la Fiscalía o las defensas. Hay que alegar, hay que probar… Y eso no siempre ocurre. Así que, por desgracia, muchas veces juzgamos a delincuentes adultos sin conocer sus verdaderas circunstancias personales y psicosanitarias.
C. M.–Los menores tienen más garantías.
Emilio Calatayud–En Menores es mucho más difícil que juzguemos a alguien sin conocer todas sus particularidades. Los chavales han de pasar obligatoriamente por el filtro de los equipos técnicos: es un requisito inexcusable, no una opción voluntaria. En consecuencia, lo normal es que se detecten los problemas de salud mental que puedan presentar. Nosotros, los jueces y fiscales de Menores, tenemos mucho más conocimiento de las personas a las que vamos a investigar o juzgar. Recibimos, si ese es el caso, a un enfermo. En adultos, a un delincuente. Esa es la gran diferencia entre la justicia de menores y la de mayores. Yo lo digo muchas veces: gracias a que soy juez de Menores he aprendido qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o cómo es una persona ‘border line’. Y he conocido a chavales que sufrían el síndrome de Asperger: son sabios despistados, niños con una enorme inteligencia pero que no tienen habilidades sociales como la picardía. Son esos chicos a los que siempre coge la Policía porque no hacen nada para escapar. Por ejemplo, hay uno joven trapicheando, ve venir a un policía y le pasa la droga a nuestro ‘sabio despistado’. Como es natural en estos casos, el ‘malo’ sale corriendo. Y pillan al ‘bueno’ con todo encima. Es muy, muy listo, pero no tiene ninguna malicia. No sabe. No ha hecho nada, pero él carga con la culpa.
Por eso no es raro que estos chavales, los que tienen Asperger, aparezcan como víctimas de delitos, pero también que sean utilizados como encubridores, como tapadera de una trastada… Pero todo esto lo hemos sabido hace relativamente poco tiempo. ¡A cuántos habremos condenado sin tener en cuenta que podían padecer alguno de estos trastornos! Por eso digo que la justicia está cada vez más necesitada del asesoramiento de profesionales de la salud mental. Pero que los padres no se asusten: que un niño tenga un problema mental no quiere decir necesariamente que vaya a ser un delincuente. Ni mucho menos. Lo que hay que hacer es ponerse en manos de los profesionales adecuados, porque estos problemas tienen solución. Es preciso detectarlos y tratarlos.
C. M.–¿Y qué hace un tribunal de Menores cuando le informan de que un chico que ha cometido un delito padece un trastorno mental?
Emilio Calatayud–Pues todo cambia. Si el delito es grave y hay que imponerle una medida de internamiento, irá a un centro que cuente con un equipo de especialistas en salud mental. Pero eso se reserva para los casos más graves, ya digo. Normalmente, intentamos trabajar con el menor sin sacarlo de su ambiente familiar, escolar, etc. Lo que está claro es que no solo hay que conocer el delito, sino las circunstancias que rodean al individuo que ha cometido ese delito. Es tan importante lo uno como lo otro.
C. M.–¿Pero están preparados los correccionales para atender a estos chicos?
Emilio Calatayud–Cada vez hay más psicólogos y psiquiatras en los centros de internamiento. De todas formas, en menores siempre hay que trabajar multidisciplinarmente. Y no solo en la fase de ejecución de la medida: también durante la instrucción y el juicio.
C. M.–¿Ha habido padres que se han enterado por el juzgado de que sus hijos sufrían un problema mental?
Emilio Calatayud–Sí, sí, se nos han dado varios casos de familias que no sabían que sus hijos tenían un TDAH o un síndrome de Asperger. Gracias a que los chavales entraron en la maquinaria judicial, se descubrieron los problemas. Y eso es bueno, porque han podido ponerles solución. Hombre, es evidente que hubiera sido preferible no llegar hasta ese extremo. Ya se sabe que el Derecho Penal debe ser el último recurso, pero más vale tarde que nunca. Y esos chicos lo único que necesitan es un tratamiento. Si lo hubieran tenido antes, lo más probable es que no hubieran cometido ningún delito. Yo todo esto lo he ido aprendiendo como juez de Menores. Una vez le pregunté al presidente de una Audiencia Provincial, no diré cuál, si sabía qué era un ‘border line’ o un ‘asperger’ y no tenía ni la más remota idea.

domingo, 1 de marzo de 2015

Esperanza de vida mas corta en los tdah?

Las personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) tienen el doble de posibilidades de fallecer de manera prematura, según un estudio publicado hoy por la revista británica «The Lancet».
Según la investigación, la primera que estudia la relación entre el TDAH y las muertes prematuras, los accidentes son la causa más común de muerte en personas que padecen ese transtorno.
El informe también puntualiza que las mujeres que padecen TDAH afrontan unas posibilidades más elevadas de fallecer que los hombres y que las probabilidades de muerte prematura se incrementan con la edad.
El estudio, liderado por el investigador de la universidad de Aarhus, en Dinamarca, Søren Dalsgaard, cubre a dos millones de daneses, entre los que se encuentran más de 32.000 personas con TDAH.
Dalsgaard, líder de la investigación, señaló que «el descubrimiento enfatiza la importancia de diagnosticar la dolencia pronto, especialmente en chicas y mujeres».
A pesar de ello, Dalsgaard puntualizó que es «importante aclarar» que, aunque el riesgo relativo de muerte prematura por padecer TDAH es «elevado», el riesgo absoluto es «bajo».
Por su parte, el profesor de psiquiatría de la SUNY Upstate Medical University en Nueva York Stephen Faraone valoró la investigación de sus colegas y señaló que «los líderes políticos deberían valorar estos datos y destinar parte de los recursos disponibles a investigaciones para ayudar a las personas con TDAH».
«Aunque hablar de muerte prematura puede preocupar a pacientes y familiares, pueden encontrar consuelo en que el número absoluto de fallecimientos es bajo y que estos riesgos pueden ser reducidos con el tratamiento correcto», subrayó Faraone.

Publicado en XL como encajar a los alumnos TDAH

Mi cabeza es como si tuviera mil pies".Con esta frase describió cómo se sentía, hace ya mucho tiempo, un pequeño de apenas siete años a su psicopedagoga. Tras el correspondiente análisis, el diagnóstico de la doctora Isabel Orjales Villar fue claro: tenía un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Aquel pequeño se llamaba y se llama José Antonio Madrid y tiene en la actualidad 23 años. «Efectivamente, parecía que mi cabeza tuviera mil pies. ¡Era un terremoto!», afirma hoy. «Ahora está en su sitio. Eso sí, mi esfuerzo me ha costado... y me sigue costando. Cuando tienes TDAH, nunca puedes bajar la guardia». José Antonio está orgulloso. Estudia tercer curso de Magisterio Infantil y quiere especializarse en Educación Especial. Las estadísticas contribuyen a explicar su satisfacción: este trastorno neurológico es el responsable de un 20 o un 25 por ciento de los casos de fracaso escolar en España.
Entre aquella lejana visita a la psicopedagoga y la actualidad, José Antonio ha atravesado toda una vida escolar en la que ha vivido situaciones de todo tipo. Desde profesores que no sabían de qué les estaban hablando cuando mencionaban estas siglas hasta otros los menos, dice él que han estado dispuestos a hacer un esfuerzo extra por llevar su aprendizaje a buen término. Todavía hoy mienta a estos 'ángeles' con nombres y apellidos. Y también rememora otros momentos duros. Con compañeros que lo miraban raro o lo criticaban si sentían que el profesor que se implicaba más de lo habitual le estaba dando un trato de favor. «Hoy, me los encuentro en la universidad y nos saludamos tranquilamente. Eso son cosas de críos». Con una tasa de incidencia que ronda el 5 por ciento (algunos estudios lo elevan hasta el 10 o incluso el 20 por ciento), en cada clase de 30 estudiantes nos encontraríamos con uno o dos casos de media. No se trata pues de un problema menor... Aunque sí muy desconocido todavía. Un paso adelante se ha producido con la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), más conocida como ley Wert. Su aplicación progresiva empezó el pasado mes de septiembre, con algunos cursos de primaria. En junio se podrán ver sus primeros resultados.
«Este reconocimiento legal de las necesidades educativas especiales de los menores con TDAH ha sido una de las reivindicaciones de nuestra federación», explica Fulgencio Madrid, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Feaadah) y padre de José Antonio Madrid. «Pero el desarrollo de esta ley sigue correspondiendo a cada comunidad autónoma, y aquí todavía seguimos viendo muchas diferencias entre regiones».En algunos casos, como en Murcia o Navarra, sostiene, se están haciendo las cosas bien, pero falta mucho camino por recorrer. Fulgencio echa de menos unos protocolos claros que conecten a los familiares con el sistema de salud y el sistema educativo. Y echa de menos mayor flexibilidad: «La ley dice que los chavales deben tener unos conocimientos para obtener su título. Pero ¿qué importa que lo manifiesten de un modo u otro? Si a un chaval le cuesta más escribir a mano, ¿por qué no dejarle hacer un examen con ordenador? O si vemos que por escrito no demuestra todos los conocimientos que realmente ha adquirido con mucho más esfuerzo que sus compañeros, ¿por qué no permitirle que haga una prueba oral?».
Antonio Nieva Martínez es orientador educativo del colegio Sagrado Corazón de Chamartín (Madrid), un centro concertado que se distingue por ofrecer una educación inclusiva para alumnos con necesidades especiales. «Nosotros tenemos una serie de pautas estipuladas, refrendadas por los especialistas, que aplican los profesores y los tutores a los alumnos». Por ejemplo: además de proporcionarles más tiempo en los exámenes, es importante presentarles el texto de las preguntas de una manera visualmente estructurada para ayudarlos en la lectura y la comprensión. «Además, a última hora del día, el tutor o profesor hace un seguimiento para ver si ha anotado las tareas del día y si lleva todo lo necesario para hacer los ejercicios en casa... En ocasiones, les asignamos un compañero que los ayuda en estas tareas de acompañamiento». Sobre la ley Wert, concluye: «Es muy útil porque sabemos que hay que aplicar a estos alumnos unas medidas de adaptación que son obligatorias. Pero al mismo tiempo pone toda la responsabilidad en el profesor y en el tutor. Hay una imposición por ley para atenderlos, y eso es positivo; pero al mismo tiempo no se dan los medios necesarios. Faltan recursos».
Falta de atención, dificultad para seguir las instrucciones hasta el final o para organizarse, distracción y facilidad para perder las cosas u olvidar las tareas diarias. Dificultad para permanecer sentado y para estar quieto mueve o retuerce las manos o los pies, corre, habla en exceso y responde antes de que se haya terminado de formular la pregunta, interrumpe... Con estas palabras define los posibles síntomas del TDAH el Manual estadístico y de diagnóstico de los trastornos mentales (abreviado como DSM-5, porque va por su quinta edición, es algo así como la biblia para los profesionales de la salud mental), que reconoce tres tipos distintos de TDAH: el tipo predominantemente inatento, el tipo predominantemente inactivo impulsivo y el combinado.«Hay tres características muy singulares resume la doctora Carmen Moreno, que trabaja en la Unidad de Adolescentes del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, aunque no tienen por qué darse las tres en cada paciente. Una es la hiperactividad, parece que tienen el motor puesto. Otra es que son muy impulsivos y les cuesta inhibir determinadas respuestas: acaban diciendo lo primero que se les pasa por la cabeza. Y, por último, les cuesta sostener la atención en el tiempo». 
Esta especialista, que asegura que una detección precoz es fundamental «para no acabar colgándole a un pequeño de 11 años la etiqueta de niño con trastorno de conducta», pone el acento en las consecuencias que tiene para la autoestima. «Imagínate a una persona con estas características en clase: aunque no tenga mala intención, acaba siendo disruptivo. Molesta a sus compañeros y puede terminar granjeándose su enemistad. A menudo presenta muchas dificultades en el ámbito social, en clase, pero también en el patio, en actividades menos académicas». ¿Solución? «Los colegios necesitan darse cuenta de que es una situación relativamente frecuente y de que puede haber muchas mejorías si se hacen pequeñas adaptaciones».
Steve Jobs, Tom Cruise, Michael Phelps o Richard Branson fundador de la aerolínea Virgin son algunos de los rostros conocidos afectados por este trastorno. O el psiquiatra Luis Rojas Marcos, quien, aunque sin diagnóstico, también atravesó su periodo escolar en Sevilla con TDAH. Ha recordado en alguna ocasión cómo empezó a suspender a los 9 o 10 años. Hasta que a los 14 suspendió todo. «Te preguntas: 'Qué me pasa, por qué soy así'. Pero el tema de la impulsividad y la falta de atención no se conocía: se te veía como a un niño que no quería funcionar».Hoy sabemos que no es eso. Su trastorno tiene un nombre, unas causas neurológicas y unas pautas de comportamiento en casa y en el aula. Uno de los mayores especialistas en el tema, el neurólogo norteamericano Russell Barkley, es tajante: «No se puede negar la intervención porque sea cara. Más caro es no hacer nada. El fracaso escolar resulta enormemente costoso para la sociedad. Se recaudarán menos impuestos relacionados con estos futuros trabajadores, que tendrán peores trabajos, peores sueldos y serán más gravosos para la sanidad».