jueves, 9 de enero de 2014

Cómo canalizar la energía de los niños hiperactivos


Mateo es un niño de 8 años de edad al que su madre Lorena lo cataloga como “hiperactivo”.
Ella confiesa que llevar su ritmo de vida por la “demasiada energía que proyecta” en ocasiones “le cuesta” y  le genera  “tremendos dolores de cabeza”.
“Es un hijo maravilloso, inteligente, pero su intranquilidad me ha llevado al punto de enojarme severamente con él y de hacerme sentir impotente. Me doy la vuelta y ya no está. Si le encomiendo algo termina las actividades de una manera tan rápida que, si no está ocupado, está haciendo una travesura”, dice la madre. Además agrega que Mateo es un tanto desordenado, pues puede convertir su cuarto o toda la sala de la casa en instantes en un desorden. “Es como un huracán, a veces es retraído, pero no al 100%. Hasta he pensado buscar ayuda de un profesional, pero mis padres dicen que es algo normal”, acota Lorena.
El fenómeno. Según destaca Jhimmy Gutiérrez, de profesión psicólogo, este fenómeno que vive Mateo al igual que otros niños  es conocido como “Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad”.
“No todos los niños hiperactivos mantienen las mismas características, pero las dificultades de atención, impulsividad  e hiperactividad  son rasgos comunes que se presentan en casi en todos ellos”. 
El profesional amplía que uno de los principales rasgos definitorios de este cuadro  es que “por lo general los niños de esta clase tienen una intensa actividad motora (se mueven continuamente), van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero que abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez, vuelven a dejar inacabada”. 
El hecho de que estos sean muy intranquilos y llenos de energía y en ocasiones además retraídos, no les quita que puedan ser inteligentes.
Además reitera que la hiperactividad no es fácil de definir pues a menudo depende del observador o especialista, ya que el comportamiento que puede parecer excesivo para una persona puede no parecerlo para otra. 
Sin embargo, comparados con otros, ciertos niños claramente son más activos, lo cual se puede convertir en un problema si la situación interfiere con el desempeño escolar o la capacidad para hacer amigos.
“Sí, se requiere de ayuda profesional, ya que el comportamiento hiperactivo suele referirse a agresividad, actividad constante, tendencia a distraerse fácilmente, impulsividad, incapacidad para concentrarse y comportamientos similares”, destaca Santana.
Por otro lado, asegura que los padres son el pilar importante para enfrentar este problema, ya que si no se trata o se trabaja en esto con el infante, se  pueden originar cuadros de   depresión,  falta del sueño,  dificultades de aprendizaje,  trastornos de tics y  problemas de comportamiento.
Tratamiento. Pero a la par de lo que representa este trastorno si no se recibe una ayuda adecuada, Consuelo González Álava, directora del Centro de Educación Inicial Agripina Murillo de Guillem, de Portoviejo, da directrices de cómo trabajar en el tema.
Ella, en su experiencia como docente, al trabajar ya con algunos de estos casos, reitera  que lo más importante es la paciencia, no perder el tino y canalizar sus energías.
“Un niño con mucha energía siempre va a destacarse entre los demás, no por su problema de conducta, sino porque son pequeños que tienen más energía de lo normal, son creativos”, dice. 
Para ello recomienda la inclusión de éstos en actividades.
Por ejemplo, en casa, si ya se ha hecho la tarea, brindarle un tiempo para que juegue y a la vez también otorgarle responsabilidades, como sacar a la mascota al patio, darle de comer, bañarlo.
Otra de las formas para canalizar su energía son las actividades deportivas.
“El que realicen un deporte es una de las medidas más importantes para que en ello depositen su exceso de energía. Esto los divierte y además forma su mente”, señala.
No se debe hacer. Una de las cosas que no se debe hacer es dejarlos ver contenido violento en la televisión, lo cual altera su estado de ánimo.
Las peleas y riñas familiares es otro de los factores que los niños con mucha energía no deben presenciar para así no permitir que se vuelvan violentos ni tengan trastornos de conducta.

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