sábado, 5 de abril de 2014

"A los niños con trastorno TDH no les gustan los iguales, no les entienden"


El trastorno la ha convertido en hiperactiva. Da clases de Estadística, hace la tesis doctoral y ha creado la Escuela de Padres para niños con TDH.

francisco Correal
 
Ana María Domínguez, en la sede de Aspathi, cerca de Santa Justa. / Manuel Gómez
BENJAMÍN cumple diez años el 12 de julio, un día antes de la final del Mundial. Estudia en las Mercedarias y juega al fútbol en las Salesianas. Es un campeón, hijo de una campeona, Ana María Domínguez Quintero (Huelva, 1969), que preside la Asociación Sevillana de Padres Afectados por Trastornos Hipercinéticos. 


-¿El último paso? 


-He estado en Amsterdam. La federación andaluza se ha integrado en la asociación europea. 


-¿Cuáles son los síntomas de ese trastorno? 


-Falta de atención e hiperactividad. Los diagnósticos no los hacen los médicos hasta los seis años porque hasta esa edad los niños no tienen el cerebro suficientemente desarrollado. 


-¿Cuando lo detectó en su hijo? 


-En la guardería, por Sonia, su profesora, y un padre que es médico radiólogo en el Macarena. 


-¿Cómo lo llevan ellos? 


-Se sienten excluidos, discriminados. Hubo madres que me dejaron de saludar porque mi hijo era el terror de la clase. Hay mucho prejuicio con estos niños. 


-¿Tiene cura? 


-Es un trastorno crónico que no tiene una prueba concluyente. Ni radiografía o analítica. El trastorno es un retraso madurativo del lóbulo frontal del cerebro. En la neurotransmisión falta una sustancia, dopamina. 


-¿Esto la ha convertido a usted en hiperactiva? 


-No hay más remedio. He tenido que crear una escuela de padres en la asociación; estoy pendiente de todo lo que se publica. Doy clases de Estadística en Económicas y en Turismo y Finanzas. Y quiero retomar la tesis que dejé cuando nacieron mis hijos. 


-¿Sobre qué? 


-Sobre turismo cultural. Acabo de venir de York (Inglaterra) donde voy a trabajar tres meses. He visto el colegio para mis hijos. Gonzalo, el mayor, está encantado. A Benjamín no le hacía mucha gracia sacarlo de su rutina. 


-¿Trastorna la edad del niño? 


-Otro rasgo del trastorno es la inmadurez. Es como si tuvieran tres años menos. Si tiene 13 años, se comporta como uno de diez. Si tiene nueve, como uno de seis. A la mayoría les gusta jugar con niños más pequeños o con adultos. Los iguales no les gustan porque no les entienden. 


-¿Qué le gusta a Benjamín? 


-La pesca y los animales. Nunca ha visto dibujitos en la tele. Prefiere programas de animales. En el parque de cocodrilos de Torremolinos ya nos conocen. Hacía natación, pero ahora dos veces a la semana juega al fútbol. Le viene muy bien porque le socializa y aprende un código de normas. 


-¿Cuántos socios tienen? 


-Sobre 130. Este año se han inscrito casi cincuenta nuevas familias. En noviembre se celebró el congreso andaluz del TDH en Córdoba y fue un éxito, casi quinientas inscripciones. 


-¿Qué ayudas reciben? 


-Ninguna. Unos quinientos euros el año pasado del Ayuntamiento. 


-¿Él qué quiere ser de mayor? 


-Benjamín dice que quiere ser arqueólogo. Siempre pide de regalo libros de dinosaurios. Aunque a su padre no le gustan los animales, los Reyes le echaron una pecera. 


-¿Hay un perfil de padres? 


-No influye el nivel de estudios ni el de renta. Es genético. 


-¿Y en familias con desarraigo? 


-El TDH no tratado en adultos tiene muchas posibilidades de caer en el consumo de drogas. 


-¿Qué lección ha aprendido la profesora universitaria? 


-Que en estos niños es mucho más eficaz un refuerzo positivo que un castigo. Va dos veces en semana a la terapia y ha cambiado como de la noche al día. 


-¿La sociedad ayuda a normalizar al que lo sufre? 


-Debería, porque es completamente normal. Hay muchos famosos con TDH. Lo tiene el psiquiatra Luis Rojas-Marcos, igual que sus hijos, y le ha dedicado libros al trastorno. TDH son Pablo Motos, el nadador Michael Phelps, el tenista Verdasco, Bill Gates o el cantante Dani Martín. 


-¿Es un asunto social? 


-Puede surgir el componente de la impulsividad. En las cárceles dicen que el cincuenta por ciento son TDH. 


-¿Qué le hace distinto a su hijo? 


-No tienen noción del tiempo. Puede pasarse veinte minutos mirando la goma y el sacapuntas. Para ellos la agenda no es necesaria, es imprescindible. 


-¿Qué aficiones tiene la madre? 


-No tengo tiempo. Leer, cuidar mis macetas, pasear, ver el fútbol para recordar cuando mi padre me llevaba de pequeña al Colombino. Pero el lema de nuestra asociación debería ser Si tuviera tiempo. Si tuviera tiempo, leería todo lo de Antonio Gala, todo lo de Agatha Christie, vería todas las películas de Woody Allen. 


-¿Hay que tener una pasta especial? 


-La tasa de separaciones y divorcios es mayor en familias con TDH porque tienen que estar muy de acuerdo los padres en cómo establecer las normas y las reglas y a veces eso no es fácil, se desautoriza uno al otro y la convivencia es muy difícil. 


-¿Es un trastorno dormido? 


-Latente, sigiloso. Dicen que el porcentaje de niños afectados en todo el mundo, que no todos están diagnosticados, puede ser de un cinco por ciento. Un índice muy alto. Y hay profesionales de la educación y la medicina que no lo reconocen.



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