sábado, 5 de noviembre de 2011


Los factores psicosociales, como el estrés prenatal, familiar o las malas relaciones con el padre, influyen en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Resumen
Una de las principales conclusiones extraídas de la mesa redonda sobre pediatría psicosocial celebrada en la Real Academia de Medicina de Cataluña apunta a que los profesionales sanitarios que intervienen en los trastornos que sufren niños y adolescentes, se enfrentan al reto de incluir los factores psicológicos y sociales en su trabajo.


Manuel Cruz Hernández, presidente de honor de la Sociedad Española de Pediatría, ha explicado que "el enfoque psicosocial de la pediatría forma parte de la nueva morbilidad en medicina de niños e incluye todo trastorno que presenta un origen psicológico y social o que implica un aspecto psicológico y social".


Asimismo, Cruz ha querido alertar del riesgo de que los profesionales sanitarios confíen excesivamente en la tecnología disponible en detrimento de la atención integral de niños y adolescentes. Y ha destacado que "el enfoque psicosocial es un buen remedio para no caer en los excesos de la medicina biologicista".


Uno de los principales retos de la pediatría psicosocial es el tratamiento de los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad. En palabras de Lefa Eddy, pediatra de Atención Primaria, entre los factores psicosociales a tener en cuenta destaca los factores prenatales como el estrés o consumo de drogas por parte de la madre o, ya durante la infancia y la adolescencia, la relación negativa entre padre e hijo, el estrés psicosocial familiar a causa a la inestabilidad laboral o que ambos padres resten tiempo a la atención de sus hijos debido a su dedicación profesional. Y ha insistido en que el hecho de que los futuros adultos sufran problemas de pareja o laborales o problemas psiquiátricos como el trastorno límite de la personalidad acarrea importantes consecuencias sociales.


Por otro lado, los hijos de padres divorciados también están en riesgo psicosocial, según ha explicado Joaquim Callabed i Carracedo, pediatra: "Más del 60 por ciento de los divorcios incluyen a uno o varios hijos". Y ha defendido que "el divorcio puede ser necesario y tener efectos leves en los niños o los adolescentes si se planifica bien, ya que, en caso contrario, éstos pueden verse muy afectados, sobre todo en los dos años posteriores". Entre los problemas que pueden sufrir ha citado los trastornos de conducta, la depresión y el trastorno de ansiedad por separación. Para evitar que un divorcio suponga un terremoto en la vida psicológica de niños y adolescentes, "pediatras y psicólogos deberían hablar con los jueces y habría que crear programas de ayuda para los padres".

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