El especialista afirma que, por el contrario, la falta de
diagnóstico conlleva “un tránsito sin rumbo”
El neuropediatra Jesús Eirís lleva más de 20 años viendo a
niños y adolescentes con TDAH, tanto en el ámbito hospitalario, en el Clínico
Universitario de Santiago, como en su consulta privada. Asegura que, gracias a
su amplia formación, está en condiciones de desterrar las preocupaciones
infundadas, los falsos mitos y las mentiras que rodean a este trastorno, y
aconseja a los padres de los niños y adolescentes con TDAH que eviten
responsabilizarse de esta situación porque se trata de un problema intrínseco de
sus hijos que nada tiene que ver con su cometido como educadores.
Intervengo en las vertientes diagnóstica y terapéutica. En
la primera, a través de la entrevista clínica oportuna, recabando información del
paciente y de la familia, valorando informes escolares o de otros profesionales
y procurando explicar de una forma comprensible el diagnóstico, procurando
ganarme la confianza del niño o adolescente y propiciando un ambiente
confortable que permita el planteamiento de las dudas y preocupaciones. En la
segunda, aportando la información sobre las opciones terapéuticas disponibles
en el momento actual, tanto psicoeducativas y de acomodación en el marco
escolar y familiar, como farmacológicas. Este último aspecto es el que
habitualmente hay que abordar con más tiempo y comprensión debido a las
reticencias que puede generar en muchas familias.
¿Cuál es la importancia de una consulta como la suya en el
abordaje del TDAH?
Creo que puedo ofrecer una formación amplia, labrada a lo
largo de muchos años, y ponerla al servicio de los afectados y sus familias.
Esto es importante para cualquier patología y fundamental en el caso del TDAH,
un trastorno sobre el que mucha gente tiene ya una opinión preestablecida, dominada
frecuentemente por preocupaciones infundadas, falsos mitos o, simplemente,
mentiras. La participación a lo largo de muchos años en reuniones científicas,
sesiones de divulgación, cursos o proyectos de investigación es vital para que
las personas interesadas, afectados y familiares, puedan depositar en mí su
confianza.
¿En qué situación llegan, tanto los padres como los niños, a
su consulta?
No existe un patrón único de demanda en mi consulta, ni en
la de nadie que se dedique a este cometido. Los motivos de consulta son tan
variados como las manifestaciones del TDAH y habitualmente los niños presentan
problemas de conducta, dificultades en su relación social o un bajo rendimiento
académico, pudiendo darse cualquier combinación de estos problemas. El grado de
preocupación familiar es muy elevado de forma habitual. Muchos padres
consideran que han fracaso en su cometido como educadores y se responsabilizan
de lo que no asumen como un problema intrínseco de su hijo. En este sentido,
asunciones paternalistas previas por parte de algunos familiares, profesores y
profesionales desde la Psicología la o medicina abonan la asunción de las
dificultades como problemas ligados a una falta de autoridad o de educación
familiar, a una “inmadurez” del niño o simplemente a la asunción de que “no
todos los niños son iguales”.
¿En qué consiste el tratamiento?
El tratamiento conlleva habitualmente una pauta de
intervención psicoeducativa y, en la mayoría de las ocasiones, también
farmacológica. El paso inicial del tratamiento consiste en informar a la
familia y al niño de lo que le ocurre, de una forma adaptada tanto al nivel de
la familia como a la edad del niño. La simple información reduce el sentimiento
de culpabilidad parental y ayuda a mejorar la confianza en el niño que ha
llegado a dudar de su capacidad intelectual. La intervención de acomodación a
las dificultades es fundamental, tanto en el ámbito familiar como escolar. Se
trata de aportar algunas estrategias que permitan minimizar las consecuencias
de las dificultades organizativas a través de fomentar un entorno predecible,
planificado en sus horarios, en el que prime una actitud positiva de refuerzo
de logros, evitación de estímulos inoportunos distractores, fragmentación de
actividades, organización del tiempo libre y una serie de consejos y
recomendaciones que se aportan por escrito a las familias y que se complementan
habitualmente con recomendaciones bibliográficas oportunas.
Sobre el tratamiento farmacológico es de gran utilidad
informar de forma sencilla sobre el origen de la disfunción a nivel cerebral,
abordando el hecho de que algunas zonas cerebrales concretas no se activan de
forma adecuada para algunas actividades, especialmente aquellas tediosas o sin
recompensa inmediata y que, precisamente, el tratamiento ayuda a activarlas,
recuperando una función que no se ha perdido pero que se ejerce de forma
inoportuna, mediada más por factores dependientes del ambiente que de la propia
voluntad. En este punto suelo explicar cómo el tratamiento farmacológico ha demostrado
activar áreas cerebrales que intervienen en el control de las interferencias,
la atención sostenida ante actividades con metas demoradas, el control de
prioridades, la toma de un tiempo antes de responder o el análisis de opciones
entre otras.
Del mismo modo, con un esquema sencillo se explican las
opciones disponibles y el porqué de una determinada elección en cada caso
particular. La anticipación de los efectos secundarios más habituales es
también esencial y permite afrontarlos de una forma más eficaz, favoreciendo el
cumplimiento terapéutico.
¿A qué mitos o falsas creencias se tiene que enfrentar?
En general los más habituales son que el TDAH es una moda y
que ahora todos los niños lo tienen, que lo que pasa es que es un malcriado,
inmaduro o que si quisiera podría hacer bien las cosas, y en especial a todos
los prejuicios relacionados con el tratamiento. El que habitualmente preocupa
más a las familias es el relacionado con la creencia de que le va a ocasionar
adición. Lo relativos a los problemas de alimentación no adolecen de más
veracidad, pero en general son sobrestimados por las familias. Lo mismo
podríamos decir de la hipotética repercusión en el crecimiento o en el patrón
de sueño. Otros prejuicios habituales son los que proceden de profesionales de
diferente dedicación e incluyen la incompatibilidad del tratamiento con los
tics o la epilepsia y la creencia por parte de algunos de que en cualquier caso
la eficacia, de obtenerse, será siempre pasajera y el niño se adaptará al
medicamento y éste terminará por no funcionar. En este aspecto, en la primera
visita ha de intentar detectarse la opinión de los padres y del niño o
adolescente sobre estos aspectos e intentar aclararlos.
¿Qué consejos da a los padres de niños con TDAH?
Hay algo que suelo enfatizar. Algunos padres reaccionan con
culpabilidad ante el diagnóstico, especialmente tras años de problemas
recurrentes y con actuaciones inadecuadas. Otros lo hacen como si se
enfrentasen a una realidad, no asumida hasta entonces, que cierra las expectativas
de desarrollo de su hijo. Especialmente, a estos les refuerzo la idea de que el
diagnóstico es una noticia excelente, pues permite aplicar una intervención
específica que se ha mostrado claramente eficaz, mientras que el no diagnóstico
conlleva un tránsito sin rumbo. Sin ocultarles la realidad, intento ser
positivo sin dejar de lado que los problemas seguirán durante mucho tiempo, a
veces años, y que es fundamental mantener controles regulares para optimizar el
tratamiento, tanto las pautas farmacológicas como las psicoeducativas. En mi
medio, aconsejo encarecidamente el contacto con algunas asociaciones de padres
cuya orientación e intervención comparto.
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