viernes, 24 de mayo de 2013

“En TDAH me preocupan menos los falsos positivos que los falsos negativos: aún hay muchos niños en España sin diagnosticar”“El momento ideal para diagnosticar el TDAH es a los seis o siete años; cuanto más tarde, peor”

Montserrat Pàmias, especialista del Hospital Parc Taulí de Sabadell.

Redacción. Madrid
“El TDAH es la patología más frecuente que vemos los psiquiatras infantiles”, ha afirmado la Dra. Montserrat Pàmias, especialista del Hospital Parc Taulí de Sabadell. Según ha explicado, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad “es un trastorno del neurodesarrollo, lo que significa que hay unas variables genéticas que en un determinado momento hacen que la evolución de la atención y del control del movimiento esté atrasada respecto al desarrollo del resto del cerebro”.

¿En qué situación llega el niño a su consulta? ¿Cómo es la fase del diagnóstico?
En nuestra área clínica hemos hecho una importante labor de formación a la comunidad. Los pediatras están formados en la detección y el screening del TDAH. También asumimos parte de la formación de la comunidad educativa de nuestra zona, para que los profesores puedan detectar problemas de aprendizaje y de conducta. En la mayoría de los casos, son los padres quienes detectan los primeros síntomas.
Es el trastorno más frecuente, ¿qué datos tiene?, ¿qué porcentaje de la población infantil puede tener TDAH?
Las prevalencias varían según las muestras europeas, americanas, etc., pero alrededor de un 3-5 por ciento de la población en edad escolar puede tener TDAH. En nuestro servicio hospitalario supone el 35 por ciento de las visitas.
¿A qué edad suele llegar el niño por primera vez a la consulta del hospital?
Lo ideal sería que llegara a los 6-7 años, al inicio de la escolaridad primaria. Durante el parvulario, el trastorno suele pasar más desapercibido. Después se notan más las dificultades a la hora de aprender a leer, a escribir, las matemáticas, etc. El niño ya tiene que estar mucho rato sentado, seguir un determinado orden y organizar la mochila, entre otras actividades. Los niños detectados de una forma precoz tienen una evolución mucho más favorable que los que nos llegan a los 15 años. En esta edad es cuando el TDAH, además de las dificultades académicas y de conducta, muchas veces lleva añadido alguna comorbilidad, empeora la conducta, puede haber riesgo de consumo de drogas y otros problemas sociales. Cuanto más tarde, peor. El diagnóstico ideal es detectarlo al inicio de la Primaria.

“El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, en el que influyen variables genéticas”.
En la primera consulta, ¿cuál es el nivel de información con el que llegan los padres o familiares?
Hay bastante diferencia si los niños vienen derivados del pediatra, quien ya les ha dado cuatro nociones del TDAH. A veces, cuando vienen del colegio, los padres llegan con sensación de culpabilidad. También depende de su nivel sociocultural, pero, en general, conocen los síntomas, si bien no tienen tan clara la etiología o la causa, y sobre todo llegan buscando soluciones.
¿Qué información es necesaria para hacer el diagnóstico?
Para hacer bien un diagnóstico se necesita la información del niño, de los padres y del entorno académico. Los niños suelen explicar bien sus síntomas, así como el malestar que sienten. Cuando les ponemos el tratamiento, están encantados de que se les pueda ayudar con los tratamientos basados en la evidencia, con fármacos, con la reeducación y con la terapia conductual, sobre todo para los padres. Después de empezar el tratamiento, el TDAH es un trastorno muy agradecido, porque los niños se dan cuenta de que están mejor, más seguros y aumentan su autoestima.
Ha hablado de la prevalencia, pero ¿cuántos casos se diagnostican? ¿Se producen falsos diagnósticos?
Hay algunos falsos positivos. Se deben descartar causas médicas que provoquen la hiperactividad o que haya un trastorno del espectro del autismo, por ejemplo. A mí me preocupan menos estos falsos positivos que los falsos negativos, es decir, aún hay muchos niños en España con TDAH sin diagnosticar. En nuestra zona, a pesar del plan de formación, hay un uno por ciento de la población diagnosticada, es decir, hay un porcentaje de niños que se nos están escapando.
Una vez diagnosticado el TDAH, ¿cuáles son los pasos a seguir?
Debemos explicar a la familia y al niño en qué consiste el diagnóstico, y también las estrategias de tratamiento. Siempre les explicamos que el tratamiento del TDAH no es único, sino interdisciplinar. Tenemos la opción farmacológica, con una muy buena respuesta al tratamiento. Además, todos los niños deben tener opción a las otras dos partes del tratamiento que han demostrado evidencia científica, que es la terapia conductual dirigida a padres y el apoyo escolar.

“Los padres deben utilizar un tono neutro para dar órdenes al niño”.

“El tratamiento del TDAH siempre es interdisciplinar”.
¿Qué consejos le da a la familia?
Les explico cómo deben comunicarse con un chico con TDAH, para que pueda atender y responder mejor a las indicaciones. Se debe utilizar un tono neutro para dar una orden, y no dar tres o cuatro instrucciones seguidas. Siempre es mejor dar las indicaciones en positivo (“haz esto y luego iremos al parque”). Hay que intentar premiar los aspectos positivos de la conducta del niño, para intentar reforzar su autoestima.
¿De qué forma se puede ayudar al niño desde el colegio?
Al estar en un grupo de 30 personas, el niño con TDAH tiene mucha más facilidad para dispersarse. En el colegio suele haber más orden que en las casas, un horario, asignaturas, el patio. Las pautas de modificación de las conductas son ligeramente diferentes para los padres y para los maestros.
Aparte de la terapia conductual, también está la ayuda farmacológica. ¿Cómo es la respuesta de los padres cuando el médico aconseja un tratamiento? ¿Hay reticencias?
Habitualmente, sí. A nadie le gusta medicar a su hijo. Les explicamos las causas fisiopatológicas y contestamos todas sus preguntas. En general, la respuesta a los fármacos es tan buena que en la segunda consulta ya se acaban los temores. Es importante que los padres sepan para qué sirven los fármacos, dónde actúan, qué efectos secundarios tienen y cómo los pueden manejar, así como los beneficios. Siempre les explicamos a los padres que el TDAH es un trastorno evolutivo del cerebro, por lo que a lo largo del desarrollo del niño se evalúa la necesidad de continuar o no con el tratamiento farmacológico.
¿Cómo actúa el fármaco en el cerebro del niño?
El medicamento da al niño la posibilidad de que su cerebro responda; es decir, que cuando quiera estudiar, pueda mantener la atención durante tanto tiempo como el resto de los compañeros. No convierte al niño en autómata, sino que hace que el cerebro responda a sus órdenes relativas al control de la atención y del movimiento.

“De entrada hay ciertas reticencias, a nadie le gusta medicar a su hijo”.

“Los padres en ocasiones llegan a la consulta con sensación de culpabilidad”.
Un niño con TDAH bien diagnosticado y bien tratado, ¿puede llevar una vida totalmente normal?
Sí, totalmente normal.
¿Qué ocurre cuando el diagnóstico es demasiado tardío o el tratamiento no es el adecuado? ¿Cómo es su evolución?
Tenemos diversos estudios de larga evolución que demuestran que los niños tratados tienen mucho menos riesgo de sufrir depresión, ansiedad o consumo de drogas. Estos estudios están publicados y tienen incluso 30 años de evolución. En la consulta yo veo exactamente lo mismo. Cuando detectamos a tiempo y tratamos bien, el niño tiene un desarrollo y una vida normal. A los 15 años es más difícil, y a los 18, más. Se van acumulando factores de riesgo en un momento de una gran plasticidad y desarrollo cerebral. El niño tiene una dificultad biológica clara en su cerebro, que supone un obstáculo a la hora de atender, planificar, organizar, aprender, relacionarse con los demás, etc.
¿Qué mensaje daría a los padres que buscan información sobre el TDAH?
Les aconsejo que pregunten cualquier duda al médico, al psiquiatra, al neuropediatra o al psicólogo clínico que tengan. En internet hay algunas páginas que pueden servir como referencia, avaladas por comités científicos, pero también hay muchas opiniones con poco rigor científico, lo que puede crear dudas. Los padres deben confiar en los médicos.

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