De la reacción a la acción
Una de las mayores preocupaciones de estos niños es el rechazo social. Tener dañada la función ejecutiva que regula las emociones y la que nos ayuda a buscar soluciones y calibrar consecuencias, provoca una mala relación entre sus iguales y esto desemboca en que el estado anímico de los niños se vea dañado.
Son niños que tienen tanta necesidad de ser aceptados que agobian a sus amistades, desembocando en el rechazo de estas hacia ellos. Además ante una posible discusión o problema, no tienen empatía, no saben cómo solucionarlo y en ocasiones se guían por impulsos negativos que agravan las situaciones.
¿Pero como podemos lograr que esto no ocurra en todos los casos?
Es necesario ayudarles a empalizar con los demás. Nosotros somos su ejemplo y debemos mostrarles que todos tenemos problemas y como deben afrontarlos. Además es importante que les enseñemos a tener autocontrol, dándoles pautas que deberán seguir cuando empiecen a sentir lo pierden, tales como retirarse y esperar a estar más calmados.
Otra opción muy interesante es la de buscar deportes de equipo, donde el sentimiento de grupo les una y donde existan unas pautas que le ayuden a seguir una disciplina.
Es verdad que es complicado, y que viven situaciones donde se sienten muy frustrados y rechazados, pero con ayuda de todos conseguiremos que estos niños aprendan a ser felices y a mantener relaciones prosperas y sanas.
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