por Fundación CADAH
La idea central es que, la mayoría de las veces, los niños a
los que los profesionales caracterizamos bajo los términos que los consensos
científicos establecen para el TDAH, han nacido o adquirido una constitución
biológica diferente. Por ello se puede afirmar taxativamente que:
No se origina el TDAH en conflictos neuróticos.
No se origina el TDAH en los problemas familiares o
conyugales.
No se origina el TDAH en los problemas emocionales o
psiquiátricos que otros familiares pudieran tener, a excepción de que tengan el
mismo trastorno.
No se origina en una crianza parental inadecuada.
No se origina en la participación inapropiada del medio
social y/o educacional.
No se debe al consumo excesivo de azúcares, aditivos o
colorantes artificiales.
No se debe a procesos alérgicos.
Sin embargo, claro está, que cualquiera de los primeros
cinco problemas pueden presentarse posteriormente aumentando las dificultades
ya existentes y haciendo más compleja la situación. Los dos últimos, a pesar de
recibir cierta publicidad y difusión no han hallado respaldo científico a la
fecha.
Difícilmente el Trastorno sea el resultado de algo simple y,
probablemente, varias causas confluyan en conseguir que una muy pequeña parte
del cerebro de estos niños sea diferente.
La causa más común para la existencia de estas diferencias
es genética, aunque la transmisión no es del tipo mendeliano clásico y no está
ligada de manera específica al sexo. Si uno o ambos padres tienen TDAH no es
obligatorio que el hijo lo padezca pero sí existe una mayor probabilidad.
Siguiendo una línea de género: por ejemplo, si la
madre tiene TDAH no es condición obligatoria que la transmisión sea a su hija.
La cuestión es que tiene probabilidad de transmitírselo a sus hijos
independientemente del sexo de ellos. Inversamente si el niño tiene TDAH no es
obligatorio que los padres lo tengan (aunque las probabilidades son
No hay comentarios:
Publicar un comentario